domingo, 11 de enero de 2009

Sangre Vampírica, capítulo 1




Prefacio

Corría por los pasillos de la escuela lo más rápido que podía, pero obviamente no parecía ser suficiente. Sorteaba todos los obstáculos que encontraba, pero la noche era oscura como boca de lobo y seguramente tarde o temprano daría un paso en falso y caería. Y no podía permitírmelo.
Kimiko lo había dicho: era mi única oportunidad. Si no lo lograba, jamás regresaría. La sola idea era insoportable. Por eso debía lograrlo, después de todo lo que me había ocurrido desde que llegué a Moonfalls no me podía rendir ahora. No lo haría, no podía. Corrí con más desesperación, pero sin querer ocurrió lo que menos deseaba en ese momento. Tropecé y caí entre las sombras.
En mi mano, el pequeño frasco dejó caer una pequeña gota de sangre, que brilló inusitadamente en medio de la oscuridad.



Despertar

Ese día amaneció tranquilo. Como era el primer día de clases, estaba en el avión para llegar a Moonfalls. Cuatro horas en avión, dos en tren... vaya viajecito el que debía hacer. Por suerte, el colegio era también un internado, de manera que sólo tenía que hacer este viaje un par de veces al año. Para vacaciones de navidad me quedo allá; no creo que a mi abuela le interese que vaya a su casa. Cualquier cosa, no soy huérfana, es sólo que mis padres están fuera del país y a mí me dejaron aquí. No tengo muchos amigos, tampoco me interesa demasiado tenerlos... en algunas cosas prefiero pasar desapercibida.
En eso estaba pensando cuando escuché a dos chicas cuchicheando en el tren.

- ¿Tú crees que sea cierto? ¿Podría haber algo ahí?
- No estoy segura. El año pasado no tomé demasiada atención, pero... definitivamente es extraño. Digo, la academia es antigua y eso... Es probable que haya "algo" ahí dentro, ¿no?
- Me pregunto si será por eso que custodian tanto el sótano...

Suspiré. Era obvio que hablaban sobre mi escuela, siempre han habido muchos rumores, la mayoría afirmados en el hecho de que la mansión en sí tenía más de 700 años. Solía hacerles oídos sordos, pero estando sola y aburrida en un tren, parecía lógico que lo tomara como tema de reflexión.
En realidad la mayoría eran historias descabelladas y terroríficas, pero una de ellas me gustaba un poco. Decía que un ser, mitad hombre y mitad demonio, era el dueño de esa mansión, hace muchos años. Pero un día tuvo que alojar (a regañadientes) a una mujer de cabellos dorados que vestía únicamente un vestido blanco, a pesar de que era invierno. Poco a poco, el huraño dueño comenzó a enamorarse de esa dulce mujer y siendo correspondido, le propuso matrimonio. Sin embargo, resultó ser que aquella doncella era un ángel enviado a destruirle, y al no poder hacerlo (por estar enamorada del demonio) fue castigada por el juzgado angélico a dejar su puesto de ángel y reencarnar en un ser humano. De igual manera, el demonio fue juzgado y condenado a perder su memoria y su conciencia, quedando atrapado en el sótano de su propia mansión por los siglos de los siglos.
Esa, era la leyenda más difundida, y a la vez la más realista de todas... hasta cierto punto.
De repente, noté que los rostros de las dos chicas estaban mirándome sorprendidas. Me sonrojé y me pregunté si llevaba algo mal, pero entonces me fijé bien; en realidad no me miraban a mí, sino a mi bolso, puesto que lleva cosida la insignia de la escuela.

- Em... ¿Eres de la academia también? - me preguntó una de las chicas, de cabellos negros con mechas rubias y ojos verdes.
- Sí... - estaba muy sonrojada, pero intenté ocultarlo - No las había visto, ¿quíenes son?
- Mi nombre es Kanna Namikaze - dijo alegremente la chica que no había hablado, tenía el cabello castaño hasta los hombros, una mecha morada enmarcando su rostro, ojos rosas y usaba gafas. Tenía el típico aspecto de la chica que habla hasta los codos, pero que nunca te aburre. Le dediqué una pequeña sonrisa en forma de saludo.
- Yo soy Nozomi no Tamashii - se presentó la otra chica. Asentí con la cabeza.
- Me llamo Mia Kisaragi. Estoy en segundo año, es un placer conocerlas. - rayos, estoy siendo demasiado educada... ¿Soné mal?
- Es un placer - respondieron a coro.
- De hecho, nosotras también estamos en segundo año - me dijo Kanna sonriente.

Volví a sonreírles y nos quedamos conversando durante el resto del viaje. Obviamente el tema de las leyendas quedó en el olvido.

Al llegar era bastante tarde, por lo que comimos e inmediatamente nos fuimos a nuestras habitaciones. O al menos eso debería.
No podía dormir, así que salí de mi habitación a dar una vuelta. De repente, sin saber cómo, me ví caminando hacia el sótano, un lugar que solía evitar la mayoría del tiempo. Pero esta vez, algo me impidió escapar. Era una sensación extraña, como de estar lista para recibir algo, y que además esperé durante mucho tiempo. Simplemente inexplicable. Seguí caminando entre los fríos y desolados pasillos, tratando de normalizar mi respiración, cuando me di cuenta de algo. En mi cuello ahora había un extraño collar, parecía hecho de oro, con un dije redondo y en el centro, algo que parecía ser la Tierra. A cada lado, había una pequeña llavecilla, de esas que son como las de los diarios de vida. Casi echo a correr, pero una voz en mi mente me detuvo. Parecía que tarareara algo, como una nana o algo parecido. La voz que la entonaba era hermosa, musical y sobrecogedoramente masculina. Abrumada, me abrí paso entre la oscuridad, siguiendo el sonido de aquella melodía. Terminé llegando hasta la puerta del sótano, asustada y conmovida. En ese momento, una pequeña luz titiló desde el collar, y al dar vuelta el dije, tenía un extraño mensaje.

Una llave abre lo que está ante ti,
la otra hará que te quedes allí para siempre.

Me fijé en la cerradura de la puerta, y era para una llave pequeña. Tomé la llave del lado izquierdo al dije y cuando estaba a punto de colocarla, la puerta se abrió con un leve chillido. Vi la silueta de un joven de cabellos claros y piel pálida al otro lado de la puerta. Pensé en mi leyenda favorita de la academia. A veces... las leyendas están basadas en verdades, ¿no es así?, pensé, sorprendida. Pero lo que realmente me sorprendió fueron los colmillos que sobresalían de sus labios.
Un vampiro.

Asustada, pensé en huir, pero la idea rápidamente se fue de mi mente...

... al contemplar los ojos negros y profundos del hombre que se encontraba dentro del sótano.
Y tal como decía el mensaje... no pude salir jamás de aquellos ojos.

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Y así comienza una historia que llevo meses craneando y que solamente ahora pude plasmar xD.
Dedicado a todos mis amigos, es una larga lista, así que la daré cuando termine la historia xD, pero serán representados por Rafaella, Mayra, Lena y Pablo. ¡Muchas gracias chicos!

viernes, 2 de enero de 2009

Nada que decir...

O mejor dicho cómo decirlo.

(intento escribir un buen post y no me sale =S)